Cuentos
y leyendas negros de Cuba: entre mitos africanos y realidades cubanas
Elisabeth OYANE MEGNIER
Université Omar Bongo
Libreville (Gabon)
RESUMÉ:
Les
contes et légendes des Caraïbes se caractérisent par la mise en scène d’un
bestiaire assez typique. Dans les années 30-40, les ethnologues cubains,
certainement influencés par le contexte sociopolitique de « cubanidad », se
sont particulièrement intéressés aux personnages de Jicotea (la tortue) et de
Perro (le chien), pour traduire l’identité du Nègre à Cuba.
Le
présent article se propose, à partir d’une approche comparatiste, de croiser le
mythe africain et les réalités socioculturelles de ce nègre cubain.
Mots
clés : Bestiaire-Contes-Légendes-Mythes-Cuba-Chien-Tortue
Abstract :
Caribbean
tales and Legends are characterized by the staging of a fairly typical
bestiary.
During
the 30’s till the 40’s, Cuban ethnologists, surely influenced by the
socio-political context of '' Cubanidad '', were particularly interested in the
characters of Jicotea (the turtle) and Pedro (the dog) to define the identity
of a Negro in Cuba.
This
article proposes, from a cross comparative approach, the African myth and the
sociocultural realities of this Cuban Negro.
Key Words: Bestiary – Tales – Legends – Myths – Cuba-Dog-Turtle
Introducción
En los contextos de la negritud y de la problemática de
la identidad en la República cubana, se publicaron cuentos y leyendas de los
negros, entre 1936 y 1971. Según la dinámica de los relatos, ellos parecen
traducir la trayectoria mítico-histórico-cultural de dicho componente
etnográfico, desde África hasta Cuba, donde fue esclavizado.
El presente trabajo se propone destacar la función y el papel desempeñados por el
mito africano en las realidades cotidianas cubanas de los esclavos negros, a
través de los personajes de Jicotea y de Perro. En efecto, el bestiario que
descubrimos en los cuentos y leyendas de los negros cubanos cumple con una
función arquetípica. Por lo tanto, los enfoques comparatista y simbólico,
fundamentales en el proceso de analogía, van a asentar nuestro propósito
(Desblache, 2002).
Nuestra análisis pretende completa las demás reflexiones en el
campo de la aportación, mejor la africanización de la cultura cubana y su
legitimidad en los tiempos tempranos de la República cubana; asentándose en la
hipótesis de que el mito se convirtió en un arma, un armazón que permitió
sobrevivir al sistema esclavista.
¿Cómo el mito estructuró los personajes de los cuentos y
leyendas de los negros en Cuba? ¿Cuál es el tránsito entre Jicotea y Perro, dos
personajes sumamente representativos de los negros esclavos? ¿Cómo cohabita el
mito africano con las realidades del esclavo negro en Cuba? Estas son
preguntas que orientan nuestro análisis.
1.
Cuentos, leyendas y mitos africanos implantados a Cuba
La historia de la literatura afrocubana, en América
Latina, subraya el interés particular concedido al esclavo negro ya en la
literatura del siglo XVII, precisamente en los primeros manuscritos coloniales.
En los distintos textos citados, por ejemplo El carnero de Juan Rodríguez Freyle (1636), los autores hacen
hincapié en la ascendencia africana de la población “negra criolla”, sobre todo
en los aspectos mágicos de sus sistemas de creencias. En el siglo XIX, “el
negro criollo” aparece el personaje central de los cuentos y leyendas
traducidos y transcritos; tenemos los ejemplos de Tradiciones y leyendas mejicanas (1884) de Vicente Riva Palacio y
Juan de Dios Peza, o de Leyendas
puertorriqueñas (1830) de Cayetano Coll y Toste. Por lo que se refiere a
Cuba, la literatura del siglo XIX se caracteriza por el tema del esclavo
“cimarrόn”, tema a través del cual los escritores prosiguen y /o
reanudan la ideología abolicionista, legitimando al mismo tiempo el discurso
antillano de liberación y rebelión de los negros. Consecuentemente, los años
30-40 señalan un nuevo cambio de dirección en la traducción del negro, testigo
principal del contrapunteo cubano del tabaco y azúcar, constituye una parte
esencial y verdadera entre los componentes etnográficos de la isla.
Los viajes a través de toda la isla (Lydia Cabrera, Alejo
Carpentier y Rόmulo
Lachatañeré), al encuentro de los negros, las recogidas de sus tradiciones
orales africanas van a constituirse en materiales de lucha contra la exclusión,
el rechazo, la denegación del negro: el cuento, la leyenda y el mito.
En esta parte, nuestro análisis se apoya en los métodos
utilizados en la antropología estructural (Claude Levy-Strauss, 1996). En
efecto, en su título Antropología
estructural, el autor analiza y presenta los límites que ofrecen el estudio
morfológico de los cuentos populares realizado
por Vladimir Propp.
Según las conclusiones de Levy-Strauss, el mito se define
como un discurso y se presenta como un sistema en el que el contexto, los
símbolos (representaciones físicas y mentales) y la historia interrelacionan.
De ahí, Mbog Basson(2007) escribirá que “para comprender la ciencia del Ser,
hay que captar su esencia ontológica que se ha construido a través de los
mitos, los cuentos y las leyendas”[1]
1.1.
Presentación de los cuentos, las leyendas y los mitos negros en Cuba
Los cuentos y las leyendas de los negros cubanos que
fundamentan el presente trabajo son sacados de las cuentísticas de Lydia
Cabrera y de Rόmulo Lachatañeré, dos etnólogos cubanos, inscritos
en torno a Fernando Ortiz, en los estudios afrocubanos, cuyo objetivo es la
revalorización de las raíces culturales africanas como componente ineludible de
la cultura cubana. En la colección de Lydia Cabrera, nos apoyamos en Cuentos negros de Cuba (1940, la versión
española), Por qué…cuentos negros de Cuba
(1948) y Ayapá: cuentos de Jicotea
(1971). En Lachatañeré R., nos apoyamos sobre El sistema religioso de los afrocubanos (1992) que constituye el
conjunto de sus dos obras maestras que son ¡Oh!
Mio Yemaya! (1938) y Manual de
santería (1942).
Ambos etnólogos fijaron su atención a las religiones de
los negros, precisamente a la mitología lucumi recogida en los relatos patakies
(patakines) que constituyen una fuente rica de mitos cosmogónicos, teogόnicos, antropogόnicos y axiogόnicos (Jorge Castellanos, 2003: 11).
Los cuentos y las leyendas que inspiraron sus obras (L.
Cabrera y R. Lachatañeré) fueron recogidos en la ciudad de La Habana donde los
autores han pasado la mayor parte de su tiempo, recorriendo los lugares donde
se celebraban los ritos santeros. De igual manera se estrechaban amistad con los “herederos” de los saberes,
después de adquirir su confianza.
En la cuentistica cabreriana, tenemos los siguientes ejemplos
de relatos mitológicos encontrados sobre todo en el volumen Por qué…cuentos negros de Cuba (1972).
Las historias, de una forma u otra, explican el “por qué las cosas son como
son” (todo tiene su porqué). Este relato se lee en Ayapá.
“Hay hombres blancos, pardos y negros”
“El mosquito zumba en la oreja, jicotea lleva a cuesta,
el maja se arrastra, la lagartija se pega a la pared”
“La tierra le presta al hombre y este, tarde o temprano,
le paga lo que le debe”
“Se dice que no hay hijo feo para su madre”
“Vida o muerte”. Este relato se lee en Ayapá: cuentos de jicotea.
Teniendo ya a la vista algunos ejemplos de las
narraciones incluyendo los mitos cosmogónicos, presentamos los demás con los
mitos ideológico-religiosos:
“Los compadres” (Cuentos negros de Cuba; 90)).
“Obarra miente y no miente” (¿Por qué?; 53)).
“En cangrejo no tiene cabeza” (¿Por qué?; 94))
En los cuentos y las leyendas mencionados, los dioses van
a la tierra, y de una forma u otra toman parte en la vida del hombre y de los
animales.
¡Oh! Mio
Yemaya! consta de veinte
narraciones breves en que se mueven las deidades lucumis. El autor hace un
estudio de los tres orichas más importantes del panteόn lucumi : Ochú, Changό y Yemayá. Ochún es la diosa del amor, del río y de las
aguas dulces. Ella representa una hermosa mulata sandunguera, cariñosa y
sexuada.
Changό es el dios del fuego; es un negro bien plantado, gran
bailarín, tamborero, mujeriego y amante de Ochún. Yemayá es la diosa del mar,
una bella negra y madre de Changό. Ogún es el dios del monte, dueño del hierro y del
fuego, enemigo mortal de Changό, Olofí es del dios del cielo y de la tierra (Jorge
Castellano, 2003: 25).
En la obra de L. Cabrera, al igual de la de R.
Lachatañeré, los dioses actúan como seres humanos y como animales. En este
contexto mitológico, ¿cómo se configuran los personajes de Jicotea y de Perro?
1.2
Jicotea: transferencia a Cuba de un mito africano
En su Antropología
estructural (1958), en el capítulo XI titulado “La estructura de los
mitos”, Claude Levy-Strauss declara que los mitos constituyen intentos para
explicar los fenómenos difíciles de entender. De ahí que el mito pueda ser un
reflejo de la estructura social o/y de las interrelaciones (interacción)
sociales.
Uno de los aspectos del mito, subrayado en la obra de
Levy-Strauss es la capacidad de éste para transformarse. El mito se desarrolla
siempre teniendo en cuenta las nuevas realidades en las que se está concebiendo.
Conviene, en esta parte, vislumbrar el lugar y la
importancia de la tortuga Jicotea en el pensamiento filosófico africano, antes
de analizarlos en Cuba. En uno de los relatos que constituyen la cuentística
cabreriana, en concreto “Taita Jicotea y Taita Tigre”, Lydia Cabrera comenta
que jicotea, de mar allende, había traído también la brujería escondida en sus
pupilas, el arte de curar con las yerbas, los palos y los cantos (Lydia
Cabrera, 1940:72).
Refiriéndonos a los Cuentos
de Gabón de Raponda Walker (1967), y
a Las andazas de koulou-la-tortuga de
Meva’a M’Eboutou (1972), los relatos ponen de realce dos características
esenciales de la tortuga: la sabiduría y la astucia. Para definir el concepto
de la astucia, partiremos de los trabajos de Mariela Gutiérrez, principalmente
de Los cuentos negros de Lydia Cabrera,
un estudio morfológico (1986) y El
cosmos de Lydia Cabrera: Dioses, Animales y Hombres (1991). Como lo indica
en su propósito introductorio, la autora asienta el estudio
morfológico-esquemático de los cuentos utilizando el método de Claude Bremond
(1973) que toma mejor en cuenta las especificidades de los relatos africanos
dejadas de lado en el análisis de Propp, sin cambiar teóricamente el principio
del mismo. La astucia se define como un medio posible y/o evidente de vencer obstáculos,
de salirse de apuros, en términos generales.
En el contexto africano, la tortuga tiene un lugar
central, sea como protagonista sea como antagonista. Bajo su forma primera, es
decir animal, la tortuga es un alimento sagrado y un espíritu trascendental. Por
consiguiente, la utilizan mucho en la medicina popular.
La tortuga aparece, pues, como un modelo y presenta los
comportamientos que la comunidad le atribuye, según la visión que tiene de la
sociedad. Para Trilles, la tortuga representa “la sabiduría de los pequeños”.
Acabamos de ver que desde África, el mito de la tortuga ya existe en la psique
del hombre. Ahora bien, una vez esclavizado y “trasbordado” a Cuba, la tortuga se formalizó, adoptando la
nueva situación del negro.
1.2.1. El
uso del mito de origen africano como armazόn
El título del presente capítulo nos viene del estudio
llevado por Landry-Wilfrid Miampika, en su “Ficción y mitos de origen africano en
Ecué-Yamba Ó (1933) y El Reino de este mundo (1949)”, dos obras de Alejo
Carpentier. Como lo indica el asunto, el autor del estudio pone el acento en
que el mito cubano toma su esencia en las tradiciones mitológicas africanas,
traídas a Cuba por los negros esclavos.
El uso del mito de origen africano sugiere dos niveles de
comprensión; sea a nivel del autor y de su intención (hablamos de Lydia Cabrera
en su acto de la escritura), sea a nivel del negro esclavo.
Partiendo de las definiciones de Claude Levy- Strauss
contenidas en su Antropología estructural
(1958), Landry-Wilfrid Miampika recuerda las tres formas del mito: el elemento
estructural, el elemento referencial y el recurso mitificador.
El elemento estructural indica una historia mítica
implícita o no que constituye el fondo semántico del argumento y de la
composición de la obra. Luego, en el elemento referencial o intertextual, el
narrador sugiere una analogía o una comparación con elementos que están
presentes en el discurso. Al fin y al cabo, en el recurso mitificador, el mito
es utilizado como un recurso artístico literario para la recreación de una
nueva realidad espacial o temporal imaginaria de personajes míticos y en
definitiva como fundamento para la producción de nuevos mitos. Las tres formas
pueden aplicarse a los cuentos y leyendas de los negros esclavos en Cuba. Lydia
Cabrera lo significa de este modo:
El
africano, vendido al hombre blanco por otro africano, y no pocas veces por su
propio pariente, al llegar una bestia al Nuevo Mundo, no era situado en lo más
ínfimo de la escala social, sino al margen de la sociedad. Lo que Jicotea era
en el concierto de los animales, lo era el esclavo negro en el de los humanos
en el cristiano país de los blancos, y el más desafortunado, el que se
destinaba a las haciendas, cachimbos e ingenios.
Tras la lectura de esta cita, nos preguntamos si la
autora y los protagonistas tienen la misma representación sociocultural de
Jicotea.
Según la intención de la autora que establece una
analogía (relación) entre jicotea y el negro esclavo, podemos observar que la
tortuga deja de ser aquel espíritu honrado por su comunidad en África y cae en
desgracia en Cuba. Sólo se considera su aspecto físico. Sin embargo, se hace
evidente que para los negros esclavos, el mito de jicotea propone una relación
de continuidad entre el pasado africano y el presente cubano por una parte, y
cumple una función como fuerza revulsiva que sirve de fundamento ideológico-
religioso contra la esclavitud ( Miampika, 1997 : 310).
A continuación, veamos en algunos relatos de los cuentos
y leyendas de los negros la configuración mitológica de jicotea.A través del
personaje de jicotea, se descubre toda la vigencia de la tradición africana en
Cuba, como lo notamos en algunos relatos.
En el cuento “Bregantino, Bregantin”, se trata de la
lucha que se entabla entre el Toro Rey y Bregantino, Bregantin; el segundo gana,
con la ayuda de los espíritus del monte, para que la estabilidad vuelva a
Cocozumba (un pueblo).
La mayoría de los cuentos en que jicotea es sea
protagonista, sea antagonista principal valoriza la astucia como un medio común
de obtener un resultado satisfactorio, ante el peligro de un desequilibrio, del
orden establecido (Mariela Gutiérrez, 1986: 17): “la venganza de jicotea”,
“jicotea era un buen hijo”. En dichos relatos, Jicotea se hace el símbolo de la
revancha del negro esclavo, frente al blanco que lo sojuzga y menosprecia. Así
pues, la astucia, la música y la religión van a constituir para el negro
esclavo cubano armas potentes ante el sistema esclavista inhumano establecido por
los españoles. A través de la tortuga Jicotea, los negros esclavos también
re-crean el mito de la inmortalidad: sobrevivir y no olvidar de dónde vienen y adónde
van. El mito de Jicotea sigue vivificándose
en el recuerdo de la memoria colectiva, para mantener la tradición, los
valores socioculturales que conforman la identidad de dichos negros. Esta
situación en la que se encuentra el mito en Cuba fortaleza la idea de que un
mito siempre está vinculado al otro, en los tiempos remotos.
Claro está que los relatos transcritos y traducidos por
Rómulo Lachatañeré carecen de andanzas de jicotea. Pero en cambio, el antropólogo cubano
recupera la figura del Perro, en uno de sus discursos.
El símbolo de Jicotea se volvió un arma para los negros
en Cuba, contra el sistema esclavista por un lado. La utilización del arquetipo
por Lydia Cabrera también parece convertirse en un arma de denuncia contra las
condiciones de vida de los negros y de legitimidad de su historia y su cultura,
en la construcción de la identidad cubana, por otro. La posibilidad de la
legitimidad tiene que ver más con el contexto en el que se publicaron los
cuentos, las leyendas y los mitos de los negros; un contexto de negritud y de
redefinición de América Latina frente a los Estados Unidos. También es posible
que la autora quiera aprovechar la simbólica de Jicotea para asentar mejor las
ideologías racistas del siglo XIX. En efecto, en la colección de cuentos,
leyendas y mitos, muchos relatos informan sobre la holgazanería del negro, el
robo y la brujería. Estos comportamientos aparecen ya en las obras mayores de
Fernando Ortiz, pionero en los estudios afrocubanos y cuñado de Lydia Cabrera.
En su obra muy criticada, Hampa Afro-Cubana. Los Negros Brujos, apuntes para un estudio de
etnología criminal (1906), desarrolla la tesis de que los negros son
asesinos, brujos; concluyendo que no pueden civilizarse.
Por lo tanto, las informaciones contenidas en los relatos
de Lydia Cabrera no hacen más que traducir la realidad expresada ya en la
prensa oficial cubana, realidades en contra el reconocimiento de los negros
como ciudadanos cubanos. La correlación entre el discurso ideológico racista y
las tradiciones africanas constituye un obstáculo para determinar claramente la
intención de la autora. El cuento “Taita Hicotea y Taita Tigre” (Cabrera, 1971:
66) ejemplifica dicha correlación:
Un hombre subió al cielo por una cuerda de luz. El Sol le
advirtió:
-No te aproximes demasiado, que quemo.
Este hombre no hizo caso: se acercó, se tostó, se volvió
negro de pies a cabeza…Fue el primer negro, el Padre de todos los negros.
(La alegría es de los negros).
Sin embargo Jicotea no es el único mito de origen
africano transferido a Cuba por los “trasbordados”; los relatos dan a conocer
las historias (Patakies/Patakines) de los dioses y diosas del panteón lucumi:
Changó, Ochún, Ogún, Yemayá, Ochosi, Obá, Olofí. Según las indicaciones que
tenemos de los estudios llevados por Rómulo Lachataneré, Ochún es la diosa del
amor, del río y de las aguas dulces. Ella representa una hermosa mulata
sandunguera, cariñosa y sexuada. Changό es el dios del fuego; es un negro bien plantado, gran
bailarín, tamborero, mujeriego y amante de Ochún. Yemayá es la diosa del mar,
una bella negra y madre de Changό. Ogún es el dios del monte, dueño del hierro y del
fuego, enemigo mortal de Changό (Rómulo Lachataneré; 2003: 23-83).
¿Pero cuáles son la forma y la visión del mito africano en
Cuba?
2. De
Jicotea a Perro: la transformación de un mito africano en Cuba?
Como lo subraya Levy- Strauss, una de las características
del mito y /o del cuento se funda en su capacidad para transformarse y adaptarse a las nuevas
realidades sociales y culturales del sistema que los re-crean.
La historiografía cubana de los años 40 suele presentar al
negro como el producto nuevo de un encuentro entre el negro y el blanco, una
especie de síntesis de valores culturales entre los africanos y las españoles.
Esta síntesis está claramente definida a
través del concepto “transculturación” forjado por Fernando Ortiz y desarrollado en su Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar (1940), respectivamente
símbolos del negro y del blanco. El concepto refleja mucho mejor lo que ocurre
en la vida, es decir “un toma y daca”, una reciprocidad, un intercambio, en el
que ambos participantes (Negros y Blancos) resultan afectados.
Antes de penetrar en la trayectoria que conduce Jicotea a Perro,
parecen necesarias unas informaciones sobre R. Lachatañeré y su obra.
Al igual que L. Cabrera, R. Lachatañeré fijó su atención
a las religiones de los negros, precisamente a la mitología lucumi recogida en
los patakíes (patakines), una fuente rica de mitos cosmogónicos, teogónicos,
antropogónicos y axiogónicos .
¿Quién es Perro? ¿Cómo aparece el personaje y cuál es la
configuración de su personaje?
Estas son las preguntas que van a orientar la reflexión
en esta parte.
2.1. La
configuración del personaje de Perro en los relatos
En la obra de L. Cabrera (1989: 181), el personaje de
Perro aparece en el relato “La carta de libertad”:
Una vez que el Gato y el Ratón, que tenía gran comercio
con los libros (era un erudito), hacían el elogio de la libertad y discutían
largamente los derechos de todos los
hijos de la tierra, sin exceptuar, los del Aire y los del Agua, el Perro se dio
cuenta de que él sigue siendo esclavo.
De allí y se entristeció de su situación…
A día siguiente fue a ver a Olofi y le pidió una cédula de libertad.
A continuación, después de mucha vacilación por parte de
Olofí (Dios del cielo y de la tierra), vacilación causada por el aspecto de
Perro que no tiene adónde llevar su carta de libertad, Olofí consintió en darle
la carta. Lo sucedido es que Perro perdió su carta, ya que nadie quiso tomar la
responsabilidad de la carta. Así es como se convirtió de nuevo en esclavo del
hombre.
La segunda aparición de Perro se lee en el relato “El
perro perdió su libertad”. Se trata de Búa, el nombre dado al Perro, quien se
presenta con dos esclavos. Kumbe, viendo Búa, le desafió, diciéndole que no le
considera como a un hombre, a pesar de todas las riquezas que posee. La
contesta de Búa fue de encubrirse de yerbas. Una vez cubierto de yerbas,
parecía Búa a un monstruo. Asustado, Kumbe se fue corriendo por todas partes,
gritando que Búa se ha convertido en Diablo. Por lo tanto, Búa tuvo la
obligación de abandonar el pueblo y empezó a vagabundear. Así se comenta:
Aquel
hombre tenía la vista clara, de “Chorrori”… Vio perfectamente, en la vaga
claridad, que el Diablo que se decía era un perro pardo, flaco, con trapos y
cascabeles. Pero esto se lo calló porque no era conservador. Volvió al lugar
del encuentro y arrojó al suelo el trozo de carne. El hombre le dejó engullir
tranquilamente. El hombre reía de buena gana. Seguro de que no le mordería el
demonichucho que se lamía tristemente y lo miraba humilde y vergonzante, le ató
la soga al cuello: “! Ven conmigo, Diablo, te hago mi esclavo!
Con respecto a la situación que prevalece en la cita
mencionada, recordamos con una de las conclusiones de Claude Levy-Strauss,
quien declara que la significación del mito se presenta mejor en una relación
establecida por dos personajes.
El cuento parece tomar en su cuenta la ideología del
hombre pardo, de la condena del cruzamiento entre el Blanco y el negro. Podemos
observar a través del cuento que la realidad de la condición del mestizo no es
diferente de la del negro.
La tercera presencia de Búa se nota en el cuento titulado
“Vida o muerte” (Cabrera, 1971: 19) en
que desempeña la función de protagonista de Jicotea. Ésta explicaba al Perro
que todo cuanto empieza, acaba; y Perro no quería acabar jamás. El relato da
explicaciones sobre el origen de la muerte. Una vez más, Jicotea supo salirse
de apuros, gracias a la astucia.
Hablando de los cuentos y leyendas negros de Rómulo Lachatañeré,
el relato “Codicia” alude a Perro.
En resumidas cuentas, es la historia del tablero de Ifa,
un tablero de adivinación. Changó, harto de ejercer la adivinación, elige
Orumbila para sucederle en su función, dando una parte del dinero ganado a
Eleguá. Algún tiempo después, Orumbila se vuelve rico y no hace caso del deseo
de Changó. La situación encoleriza Eleguá. Humillada, pone fin a la fama de
Orumbila que se vuelva pobre y hambriento:
- Mi amigo, desde que te marchaste, me ha venido la mala
suerte.
¿No crees que Changó podría resolver esta cuestión?
- No lo creo- le contesta fríamente Elegua.
- Llama a Changó y haré lo que él diga- implora el viejo.
- No; prefiero verte morir.
- Al menos, dame un plato de comida, que ya me he comido
todos mis ahorros.
- ¡Muérete, perro orgulloso; un hombre de tu linaje no
debe de mendigar .
Los cuentos en que Perro actúa se refieren al periodo de
la independencia de Cuba, y por consiguiente, a la igualdad entre el Negro y el
Blanco. Los relatos nos informan de que Perro es pardo (mulato), es decir el
producto entre los dos componentes étnicos básicos en Cuba. Perro nació en Cuba
y no tiene nada que ver con los valores tradicionales africanos. Parece
complacerse en la situación de servidumbre y de esclavitud. No tiene ni respeto
para sí mismo, ni considera la herencia que le viene de sus antepasados africanos.
Se presenta como un miserable, un desnudo, un hambriento; lo que no es la
situación de Jicotea que, contrariamente a él, parece más fuerte, sabio,
orgulloso.
Por fin, el nombre atribuido a Perro recuerda el de un
patriarca africano llamado Búa Mekomo. ¿Es una coincidencia por parte de
L.Cabrera. mostrar la caída, la desgracia de Búa?
Jicotea y Perro aparecen en los cuentos y leyendas de los
negros muy distintos uno al otro. Desde
el principio Jicotea establece la
relación entre África y Cuba, mientras que Perro parece simbolizar el fracaso
del encuentro posible entre el Negro y el Blanco.
Al preguntar si se trata de la transformación del mito de
Jicotea en el mito de Perro, la contesta puede ser no. El mito de Jicotea anda
desafiando el tiempo y el espacio, mientras que asistimos al establecimiento de
nuevos mitos debidos al nuevo entorno y a las nuevas realidades
socioculturales.
2.2.
Jicotea y Perro: un espíritu trascendental inscrito en la dualidad
mito/realidad
Esta parte puede servir de síntesis al presente estudio.
El motivo, al realizar el estudio, es de analizar la trayectoria de la
transformación de Jicotea a Perro. Para ello, conviene mencionar que los
cuentos presentan aparentemente a dos personajes distintos.
En su formación de antropóloga, la historiografía cubana
menciona el encuentro entre Lydia Cabrera y Aimé Césaire, durante la estancia
de ésta en París en los años treinta. La traducción de Retorno al país natal de Césaire por la antropóloga cubana parecer
asentar el concepto “negritud” y sobre todo el concepto del Surrealismo de
André Breton, en sus escritos. Además de los elementos indicados, ha de
considerar el carácter polisémico de los relatos orales africanos.
En este sentido, Jicotea y Perro pueden constituir el mismo personaje con dos
representaciones diferentes. Puesto que a lo largo de los cuentos, Jicotea se
transforma, sin cesar, en dios, diosa, vegetal, objeto etc. Al igual del
retorno referido por Aimé Césaire a su país natal, Perro parece
transcender para revivificar sus
tradiciones ancestrales. Jicotea y Perro parecen representar a los locutores de
un diálogo que se establece entre el “Gran Allá” (África) y Cuba, entre el mito
africano y las realidades cubanas.
Perro puede representar al negro criollo nacido en Cuba,
cuya identidad vacila entre lo africano y lo cubano; de ahí la noción de “lo
cercano y lo lejano” que traduce la situación en la que se encuentra el negro.
No llega a liberarse de la esclavitud y la tradición africana ya no corresponde
a la situación en la que se encuentra.
La frase de Rómulo Lachatañeré puede constituir una
recomendación: “! Muérete, perro orgulloso; un hombre de tu linaje no debe de
mendigar! (Lachatañeré, 1938: 22 ).
Conclusión
Jicotea y Perro nos invitan, a través de los cuentos y
las leyendas de los negros en Cuba, a examinar el papel o la función que
desempeñaron dichos personajes en el sistema esclavista en el que se
encontraron. Los cuentos y las leyendas constituyen, en su mayoría, los relatos
que los etnólogos cubanos, Lydia Cabrera y de Rómulo Lachatañeré, en este caso han recogido entre los descendientes de los
esclavos. La cuentítica cabreriana, más que los cuentos de Rómulo Lachatañeré
pone un acento sobre la tortuga, Jicotea (Hicotea). Ella forma parte de la
fauna y de la flora cubana, siendo de las aguas dulces. La tortuga no fue traída entonces por los negros esclavizados en Cuba,
quienes sin embargo van a apropiarse de la presencia de ésta para re-crear su
mito. Hablamos del mito de Jicotea que se recrea en Cuba, tomando su esencia en
África, con el fin de sobrevivir en un sistema inhumano. A este nivel del
análisis, nos apoyamos en el método usado por la antropología estructural- el
carácter dinámico del cuento que va adaptándose
en un contexto nuevo- que permitió la correspondencia temática, o sea la
continuidad de la filosofía africana en la vida cotidiana de los negros en
Cuba. Es así como el mito africano se encuentra en las nuevas realidades de sus
protagonistas, convirtiéndose en un arma. Jicotea y Perro, personajes que
aparece con la República cubana, parecen ser representaciones de la
transferencia del mito africano (con sugerencias de modificaciones para
adaptarse a la nueva realidad) y de la realidad cubana.
Jicotea simboliza la herencia socio cultural que el negro
tiene que salvaguardar porque constituye la esencia de su identidad; y Perro
representa la articulación (prohibida y condenada) entre lo africano y lo
cubano, “lo cercano” y “lo lejano.
Referencias
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